El concepto del alma según Santo Tomás de Aquino

Un vistazo a la filosofía del alma

Cuando hablamos de filosofía y especialmente de la visión del alma, a menudo nos encontramos con figuras relevantes que han dejado una huella imborrable en la historia del pensamiento. Uno de esos personajes es Santo Tomás de Aquino, un filósofo y teólogo del siglo XIII que integró el pensamiento aristotélico con el cristianismo. La concepción del alma en su obra es fascinante y requiere un análisis más profundo para entender cómo estas ideas aún resuenan en nuestra vida cotidiana. Pero, ¿qué es exactamente el alma según Aquino? ¿Cuál es su esencia y su relación con el cuerpo? Aquí te lo contamos, paso a paso, para que puedas adentrarte en este mundo intrigante.

La dualidad del alma y el cuerpo

Santo Tomás de Aquino creía que el ser humano está compuesto de dos elementos fundamentales: el cuerpo y el alma. Imagina un coche: la carrocería es el cuerpo, mientras que el motor es el alma que proporciona energía y dirección. Según él, el alma no solo da vida al cuerpo, sino que también es la esencia misma de lo que significa ser humano.

En su obra «Suma Teológica», Aquino desarrolla esta idea de dualidad. Define el alma como forma del cuerpo, lo que significa que el alma es lo que otorga identidad, propósito y función a la materia. Sin un alma, un cuerpo humano es simplemente un conjunto de elementos químicos, sin vida ni conciencia. Por ende, en esta perspectiva, el alma es inmortal y se separa del cuerpo al momento de la muerte, dando paso a preguntas filosóficas sobre el destino del alma después de la vida terrenal.

El alma como principios de vida

Aquino clasifica el alma en tres tipos: vegetativa, sensitiva y racional. El alma vegetativa es la que poseen las plantas, y es responsable de sus funciones vitales: crecimiento, reproducción y nutrición. Por otro lado, el alma sensitiva es características de los animales que poseen sentidos y pueden comportarse de manera más activa e interactuar con su entorno.

Finalmente, el alma racional es exclusiva de los seres humanos. Esta no solo permite la percepción sensorial suficiente sino que también posibilita la racionalidad, el pensamiento crítico y la reflexión sobre la existencia misma. Es nuestra capacidad de cuestionar y buscar un significado profundo lo que nos sitúa en un plano diferente de existencia. ¿No es increíble pensar que hay algo dentro de nosotros que busca constantemente entender nuestro propósito en el mundo?

La inmortalidad del alma

Un punto crucial en la filosofía de Santo Tomás de Aquino es la inmortalidad del alma. Él argumenta que, dado que el alma es la forma del cuerpo y no depende de él para existir, su esencia persiste incluso cuando el cuerpo se deteriora. De hecho, Aquino ve la muerte como un fenómeno que libera el alma para que continúe viviendo en un reino diferente. Esta idea ha influido en muchas corrientes teológicas y filosóficas a lo largo del tiempo.

Ahora, podrías preguntarte: «¿Realmente existe algo que pueda ser inmortal?» Bien, si reflexionas un momento, probablemente encontrarás situaciones en tu vida que dan lugar a pensamientos sobre nuestra permanencia. Las emociones, las memorias, las enseñanzas que compartimos y los impactos que dejamos en los demás son también formas en las que nuestras almas permanecen vivas, incluso tras nuestra partida.

Diferencias entre el alma y la psique

No obstante, hay que distinguir entre el concepto del alma según Aquino y la noción de “psique” que se utilizó en la antigüedad. La “psique” se refiere más a la parte animada y dinámica de un ser. Me gusta pensar que es como el sistema operativo de un ordenador, que permite que todo funcione correctamente. En cambio, el alma, en la concepción tomasina, abarca no solo toda la actividad del ser, sino también su existencia eterna y su conexión con lo divino.

El alma como reflejo de lo divino

Dentro del pensamiento de Aquino, el alma también se ve como un reflejo de lo divino. En su catecismo, menciona que el ser humano, a través de su alma, tiene la capacidad de conocer a Dios y buscar una relación con Él. Esto implica que nuestras almas llevan la chispa de lo divino. Si consideramos a Dios como la fuente de toda existencia, entonces nuestras almas podrían considerarse como partes de esa gran totalidad.

¿No es sublime pensar que hay una conexión más profunda que simplemente existir? Esta idea de que nuestras almas poseen un destino eterno y un propósito significativo puede ser profundamente reconfortante en momentos de duda o incertidumbre. Nos recuerda que nuestra vida tiene un sentido más allá de lo que vemos.

El libre albedrío y la moralidad del alma

Otro elemento vital en la filosofía de Aquino es la noción del libre albedrío. Para Aquino, el alma racional no solo tiene la capacidad de pensar y reflexionar, sino que también tiene la libertad de elegir. Esto implica que nuestras decisiones y acciones están alineadas con la moralidad y la ética. La forma en que elegimos actuar refleja la salud y la integridad de nuestras almas.

Ahora, piensa un momento en las decisiones que tomas a diario. Es posible que el estrés del trabajo, las relaciones o la vida contemporánea te hagan sentir que no tienes control; sin embargo, cada elección que haces, por pequeña que sea, es un reflejo de tu esencia y tu alma en acción. Así que, cada vez que estés en una encrucijada, recuerda que tu alma está allí, guiándote hacia la mejor decisión.

Las virtudes y el desarrollo del alma

Aquino también habla de las virtudes, las cuales son fundamentales para el desarrollo del alma. Las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, son esenciales para cultivar una vida en armonía y plenitud. Cuando trabajamos en nuestras virtudes, estamos alimentando nuestra alma, ayudándola a crecer y prosperar en un mundo que a menudo parece tratar de desalentarnos.

Al nutrir nuestras virtudes, creamos un ciclo positivo donde nuestras acciones y decisiones no solo enriquecen nuestra vida, sino que también impactan positivamente en las vidas de aquellos que nos rodean. La vida se convierte en un tejido interconectado de almas que buscan elevarse mutuamente. Así, nuestro propósito trasciende el individualismo y se convierte en una experiencia compartida en la que todos participamos.

  • ¿Qué es el alma según Santo Tomás de Aquino?
    El alma es vista como la forma del cuerpo, lo que le da vida y propósito, y es considerada inmortal y racional en los seres humanos.
  • ¿Por qué es importante la dualidad alma-cuerpo?
    La dualidad permite entender cómo los seres humanos interactúan con su entorno y su verdadero propósito en la vida, enfatizando que somos más que solo materia.
  • ¿Cómo se relacionan las virtudes con el alma?
    Las virtudes alimentan nuestra alma, ayudándonos a crecer y a tomar decisiones éticas en nuestra vida diaria, lo que lleva a una vida más plena y significativa.
  • ¿Qué pasa con el alma después de la muerte?
    Aquino cree que el alma se separa del cuerpo y continúa existiendo, lo que plantea importantes preguntas sobre la naturaleza de la vida después de la muerte.
  • ¿Qué diferencia hay entre el alma y la psique?
    El alma abarca la esencia del ser humano y su eternidad, mientras que la psique se refiere más a la parte dinámica y animada del ser.